miércoles, 28 de marzo de 2012

REFLEJOS DE LOS BEBÉS

Los bebés vienen al mundo con una serie de actos reflejos que son esenciales para su supervivencia y que desaparecen al cabo del tiempo. Son movimientos involuntarios y se producen debido a un estímulo.

La corteza cerebral humana es la parte del cerebro que nos distingue de otros animales. Los reflejos primitivos formar un grupo de respuestas nerviosas automáticas que están presentes en los recién nacidos y en los ancianos.

Cuando un bebé presenta una ausencia de los reflejos primitivos se puede deber a que éste tiene alguna enfermedad de la musculatura o de la columna vertebral.

Reflejo de moro:

Cuando un bebé siente peligro o se le deja caer su cabeza, extiende sus brazos y los vuelve a juntar rápidamente con los puños bien apretados.
La ausencia de este reflejo suele llevar encadenado un grave problema en el desarrollo neurológico.

Reflejo de prensión:

Cuando colocamos nuestro dedo en la palma de la mano del bebé, éste cierra el puño y lo agarra fuertemente.
                                                 

Este reflejo se remonta a nuestros antepasados los monos, ya que necesitaban agarrarse fuertemente a la espalda de su madre para no caerse.

Reflejo tónico asimétrico del cuello:

Este reflejo se puede ver al tumbar al bebé boca abajo y, al girarle la cabeza unos 90 º, se extienden el brazo y la pierna del mismo lado, mientras que el brazo y la pierna del otro lado se flexionan.

Reflejo de gateo:

Cuando el bebé está tumbado boca abajo con las piernas flexionadas, estira las piernas y empuja su suerpo hacia adelante si le tocas la planta del pie.



Reflejo de la marcha automática:

Este reflejo es muy útil para comprobar que las piernas del niño funcionan correctamente. Para ello, hay que sujetar al bebé con las dos manos, inclinarlo un poco hacia adelante y colocarlo de tal forma que sus dos pies estén totalmente apoyados en una superficie plana. Cuando su pie toma contacto con el suelo, su rodilla se flexiona y parece que va dando pasos.


Reflejo de búsqueda:

Cuando el bebé recibe contacto alrededor de la boca, éste girará su cabeza en dirección a lo que le está tocando. Este reflejo le sirve para poder alimentarse cuando busca el pezón de su madre o la tetina del biberón.


Reflejo de succión:


En contacto del pezón de su madre o de la tetina del biberón, el bebé realiza inmediata y automáticamente los movimientos necesarios para la succión que le posibilitan alimentarse.



Reflejo glabelar:

Este reflejo aparece cuando presionamos a modo de golpes en su frente sobre el puente nasal repetidamente. Con cada golpecito, el bebé parpadeará y no dejará de hacerlo, esto, no se habituará a esa situación.

Reflejo de apnea:

Cuando está debajo del agua, el bebé cierra la glotis para evitar tragar agua.

Reflejo natatorio:

Cuando está en el agua, el bebé mueve rápidamente sus brazo y sus piernas con el fin de no hundirse.








martes, 27 de marzo de 2012

LA INFORMACIÓN SENSORIAL

El cerebro humano está formado por nervios, que se encargan de captar información e interpretarla para poder llevar a cabo una respuesta. Nuestro cerebro capta la información del mundo que nos rodea a través de los sentidos.

En el cerebro hay cinco veces más nervios dedicados a captar e interpretar información que nervios dedicados al movimiento.

En el momento del nacimiento, el tacto es el sentido más desarrollado en el bebé. Aunque no pueda ver con claridad a su madre, siente al instante sus caricias. También es consciente de los cambios de temperatura entre el calorcito del útero y el frío del hospital. Nota el pinchazo de la aguja, pero su sentido del tacto no está lo suficientemente desarrollado como para saber exactamente dónde le han pinchado. Mientras el bebé se mueve y es acariciado, va tomando poco a poco conciencia de su cuerpo, aspecto fundamental para su posterior desarrollo de las habilidades motoras y perceptivas.


Después de su nacimiento el bebé escucha sonidos completamente diferentes a los que oía en el útero desde la semana veintiocho de gestación ya que al estar en un medio líquidos son sonidos se amortiguaban y ralentizaban. Los sonidos fuertes y arrítmicos le asustan y los ruidos tranquilos y melódicos le ayudan a relajarse.

Justo en el momento de nacer, los bebés experimentan la fuerza de la gravedad y el hecho de que su cuerpo pesa cincuenta veces más que cuando estaba en el útero.

Los bebés nacen con el sentido del olfato muy desarrollado, son incluso capaces de reconocer el olor de la leche materna. También reconocen el olor de su madre o su cuidador y, posteriormente, el olor de su padre.

Prefieren los sabores dulces, que además de mantenerles en un estado perfecto para la interacción con el mundo que le rodea, le animan a llevarse las manos a la boca, mecanismo importante para el autocontrol.